PREGUNTAS
¿Cuál es la finalidad principal de este texto?
A. Convencer al lector de que conozca más sobre
¿En cuál de los siguientes fragmentos se expresa una opinión del autor del texto?
A. Mantuvo una lucha sin tregua contra diferentes dinastías.
B. Llegó a cubrir la distancia que hay entre Argentina y Venezuela.
C. No se puede decir que haya servido óptimamente como defensa militar.
D. Los mongoles de Genghis Kan, a principios del siglo XIII d.C., se apoderaron
de China.
¿Cuántos años demoró la construcción de la muralla china?
A. 300
B. 1.900
C. 3.460
D. 6.400
Lee el siguiente fragmento:
“Esta muralla […] no se puede decir que haya servido óptimamente como defensa militar
[…], pero sin duda fue un auténtico símbolo de unidad”.
¿Cuál de las siguientes oraciones tiene el mismo significado que el fragmento?
A. La muralla no sirvió ni como buen sistema de defensa ni como símbolo de
unidad.
B. La muralla sirvió como buen sistema de defensa y también como símbolo de
unidad.
C. Pese a que la muralla fue un buen sistema de defensa, no sirvió como símbolo
de unidad.
D. Pese a que la muralla no fue un buen sistema de defensa, sirvió como símbolo
de unidad.
Según el texto, ¿cuál fue el objetivo de los gobernadores que precedieron a Huangdi al
levantar los primeros muros?
A. Aislar a los nómades.
B. Unificar el imperio chino.
C. Comenzar una obra colosal.
D. Construir un símbolo de unión.
En la oración: “Todas esas dinastías debieron deponer armas ante los Quin, quienes
lograron dominar la totalidad del territorio”, el pronombre “quienes” se refiere a:
A. los Quin.
B. las armas.
C. el territorio.
D. todas esas dinastías.
jueves, 4 de diciembre de 2008
Texto para Octavo Básico
Texto para Séptimo Básico
Escribir, por ejemplo: "La noche esta estrellada,y tiritan, azules, los astros, a lo lejos".
El viento de la noche gira en el cielo y canta.
Puedo escribir los versos más tristes esta noche.
Yo la quise, y a veces ella también me quiso.
En las noches como ésta la tuve entre mis brazos.
La besé tantas veces bajo el cielo infinito.
Ella me quiso, a veces yo también la quería.
Cómo no haber amado sus grandes ojos fijos.
Puedo escribir los versos más tristes esta noche.
Pensar que no la tengo. Sentir que la he perdido.
Oír la noche inmensa, más inmensa sin ella.
Y el verso cae al alma como al pasto el rocío.
Qué importa que mi amor no pudiera guardarla.
La noche está estrellada y ella no está conmigo.
Eso es todo. A lo lejos alguien canta. A lo lejos.
Mi alma no se contenta con haberla perdido.
Como para acercarla mi mirada la busca.
Mi corazón la busca, y ella no está conmigo.
La misma noche que hace blanquear los mismos árboles.
Nosotros, los de entonces, ya no somos los mismos.
Ya no la quiero, es cierto, pero cuánto la quise.
Mi voz buscaba el viento para tocar su oído.
De otro. Será de otro. Como antes de mis besos.
Su voz, su cuerpo claro. Sus ojos infinitos.
Ya no la quiero, es cierto, pero tal vez la quiero.
Es tan corto el amor, y es tan largo el olvido.
Porque en noches como ésta la tuve entre mis brazos,
mi alma no se contenta con haberla perdido.
Aunque éste sea el último dolor que ella me causa,
y éstos sean los últimos versos que yo le escribo.
Texto para Sexto Básico
En un pequeño pueblo perdido entre montañas, vivió una vez un ratoncito muy simpático y muy trabajador.
Aquella mañana, lo primero que hizo el ratoncito nada más despertar, fue dirigirse al arroyo cercano a su casa, donde se cepilló los dientes y se lavó, sin dejar de frotarse bien las grandes orejas.
Silbando una canción, se alejaba poco después por el camino, dispuesto a pasar todo el día trabajando en el campo.
–Buenos días –le saludó el conejo, mirando su reloj de bolsillo, pues se le hacía tarde para abrir su tienda de comestibles.
–Hoy se te han pegado las sábanas –le dijo el ratoncito, contento de vivir en el pueblo y de llevarse bien con todos sus vecinos.
Llevaba el ratoncito un buen rato trabajando en el campo, cuando pasó el topo por el camino, pedaleando en su bicicleta.
–¡Hay correo para ti! –gritó–. Es de tu primo, el que vive en la ciudad –añadió, pues tenía la mala costumbre de leer el correo.
Y le tiró una postal al ratoncito, que éste cogió al vuelo, mientras el topo se alejaba, quejándose de que aún le quedaba mucho correo por repartir.
El ratoncito comenzó a leer y no tardó en rascarse la cabeza, confuso. Su primo lo invitaba a visitarlo y a que se quedara a vivir con él una temporada.
Cuando el ratoncito regresó aquella tarde a su casa, se cruzó con el señor Búho, que había terminado las clases en la escuela y paseaba por el bosque; y pensó que el encuentro le venía como anillo al dedo, pues el señor Búho había vivido en la ciudad y le podría aconsejar.
–Te gustará vivir en la ciudad –le dijo el señor Búho–, pero puede ser peligroso que vayas solo.
Sin embargo, cuando el ratoncito llegó a su casa, ya había decidido que aceptaría la invitación de su primo.
Aquella misma noche, llenó una maleta dos veces más grande que él y luego consiguió convencer al cascarrabias del cuervo para que lo llevara en su destartalado taxi al aeropuerto de la pequeña ciudad próxima al pueblo.
El ratoncito nunca había visto tanta gente como en el aeropuerto. Los viajeros iban de un lado a otro del vestíbulo, empujando carritos llenos de maletas.
Arrastrando su enorme maleta, nuestro pequeño amigo logró llegar al mostrador de su compañía aérea, sin que nadie lo pisara. Luego no dudó en encaramarse sobre la maleta para entregar su pasaje.
Pero cuando llegó la hora de subir al avión, el decidido ratoncito viajero no las tenía todas consigo. Así es que, se puso el cinturón de seguridad y cerró con fuerza los ojos.
Sin embargo, el vuelo se le hizo corto y muy agradable, gracias a las simpáticas azafatas, que al ratoncito le parecieron unas ratitas muy atractivas.
En el aeropuerto de la gran ciudad, el ratoncito no vio a su primo por ningún lado. Supuso que no había ido a esperarlo porque habría tenido que hacer algo importante.
Muy decidido, se acomodó en el asiento trasero de un taxi y, poco después, éste se ponía en marcha.
Pero al poco rato, el taxista, un oso grande y peludo, gesticulaba, muy enfadado.
–¡El tráfico está cada día peor!
El ratoncito se dio entonces cuenta de que estaban parados y rodeados de coches.
Poco después, viendo que el atochamiento no parecía acabarse, el ratoncito se dijo que debería utilizar otro medio de transporte para llegar a casa de su primo.
Por fortuna, no tardó en ver una estación de metro cercana.
Muy contento, porque así podría conocer el metro, bajó las escaleras mecánicas cargado con su maleta.
En el andén, no cabía ni un alfiler; pero el ratoncito, que no se arredraba fácilmente, logró abrirse paso.
Fue peor el remedio que la enfermedad, porque cuando llegó el metro y se abrieron las puertas, entró en el vagón dando traspiés y mucho más deprisa de lo que hubiera deseado.
Nuestro ratón de campo hizo todo el trayecto aprisionado entre el trombón del señor Elefante, que iba a tocar en un concierto, y el cesto de la señora Hipopótamo, que regresaba de las compras.
"Bueno; por lo menos, he llegado", se dijo cuando, por fin, salió a la calle, una gran avenida, donde, vivía su primo.
Acababa de bajar un pie de la acera, cuando pareció que todos los coches de la ciudad pasaran juntos, haciendo sonar sus bocinas.
No sabiendo qué hacer, el ratoncito decidió cruzar corriendo; pero sonó un bocinazo aún más fuerte, que lo dejó clavado en el centro de la avenida. Un camión enorme cruzó entonces en dirección contraria, a un palmo de sus narices.
–¡Mira por dónde vas! –le gritó el conductor.
Sin atreverse a avanzar ni a retroceder, se estuvo muy quieto sobre la raya blanca; luego aprovechó un hueco en el tráfico para cruzar corriendo y no paró hasta llegar a un callejón.
–¡Eh, chicos! –oyó entonces una voz–. ¡Tenemos visita!
Sin haber recuperado el aliento, el ratoncito alzó la cabeza y comprobó que había saltado de la sartén para caer en el fuego.
Un gato con aspecto de lavarse sólo cuando llovía le contemplaba, apoyado de espaldas en una de las paredes del callejón. Otros dos gatos aún más sucios dejaron de revolver en un cubo de basura y se acercaron a su compinche.
–¿No os preguntabais hace un momento qué comeríamos hoy? –dijo éste–. Pues, aquí tenéis la respuesta: ¡ratón tiernecito!
Pero nuestro joven amigo no estaba dispuesto a servir de comida a aquellos vagabundos. Así es que se despidió de su maleta, pues en aquellas circunstancias no podía pensar en cargar con ella, y, cogiendo por sorpresa a los gatos, salió corriendo.
Todavía resoplando por la carrera, alzó la cabeza y vio dos piernas larguísimas, sobre éstas, una oronda barriga y, al final, unos hombros enormes, coronados por la cabeza de un perro de grandes y caídas orejas, entre las que sobresalía una gorra de policía.
–Bus... busco esta dirección –tartamudeó el ratoncito.
El policía, que miraba con cara de muy pocos amigos al ratoncito, se echó a reír cuando éste le enseñó el papel con la dirección escrita.
–Estás encima... –le informó, sin dejar de reír y señalando la tapa de una alcantarilla.
Fue así como el ratón de campo descendió a una alcantarilla por primera vez en su vida.
Tras recorrer un laberinto de túneles, acabó preguntándoles a unos ratoncitos que jugaban a navegar en un barco hecho de papel de periódico por el agua más negra que había visto en su vida.
Cuando, por fin, dio con el agujero donde vivía su primo, al ratón de campo le faltó tiempo para contarle cuanto le había sucedido desde que puso los pies en la ciudad.
–Todo esto te ha pasado por tu falta de experiencia. En la ciudad se puede vivir estupendamente.
–Pues a ti no parece que te vaya muy bien –replicó el ratón de campo.
–Vivir aquí me permite comer cada día en una casa distinta... Ahora mismo lo podrás comprobar, puesto que ya es la hora de comer.
Acababan de doblar la esquina de la primera alcantarilla, cuando el ratón de ciudad se coló por una tubería.
El ratón de campo, resignado con su suerte, se coló también por el agujero.
¡Entonces sí creyó que el viaje a la ciudad había valido la pena! Se encontraban en una enorme cocina, en cuyo centro había una mesa repleta de manjares.
En cuanto los dos primos hubieron trepado a la mesa, el ratón de ciudad comenzó a dar buena cuenta de un pastel de chocolate; por su parte, el ratón de campo, que estaba entusiasmado, comenzó a gritar:
–¡Yupiiii! ¡Viva la ciudad!
–¡Chist! –susurró su primo, llevándose un dedo a los labios.
Pero ya era demasiado tarde. De pronto, se abrió la puerta de la cocina y asomó su hocico el gato más grande, más negro y más feo que el ratón pueblerino había visto en su vida.
Los dos primos no tuvieron necesidad de consultarse para saltar al suelo y echar a correr.
Cuando ya sentían en el pescuezo el aliento del gato, el ratón de campo vio abierta la ventana de la cocina y saltó al alféizar, seguido por su primo. Y mientras descendían a toda prisa por la canaleta del desagüe, le decía:
–¡Yo regreso al campo ahora mismo! ¡Tengo bastante con lo que he visto en la ciudad!
El ratón de ciudad no podía menos que darle la razón a su primo. No era la primera vez que corría delante de un gato y ya empezaba a estar harto de tantos sobresaltos.
–Me iré a vivir contigo al campo –decidió.
Algún tiempo después, los dos primos saboreaban una deliciosa cena a la puerta de la casa del ratón de campo.
Éste había invitado a su amigo, el conejo, y al señor Búho, para que conocieran a su primo.
–¡Esto es vida! –exclamó el ratón de ciudad, recostándose, feliz, en su silla.
–Aunque a ti no te fuera muy bien –le dijo entonces el señor Búho al ratón de campo–, en la ciudad también hay cosas buenas.
–¡No lo dudo! –replicó el ratón de campo–, pero prefiero un mendrugo saboreado con tranquilidad en el campo que un banquete rodeado de peligros en la ciudad.
PREGUNTAS
Describe el lugar donde vivia el Ratón.
Haz una sintesis del cuento.
Texto para Quinto Básico
TRES ARBOLES
(Gabriela Mistral)
Tres árboles caídos
quedaron a la orilla del sendero.
El leñador los olvidó, y conversan
apretados de amor, como tres ciegos.
El sol de ocaso pone
su sangre viva en los hendidos leños
¡y se llevan los vientos la fragancia
de su costado abierto!
Uno, torcido, tiende
su brazo inmenso y de follaje trémulo
hacia otro, y sus heridas
como dos ojos son, llenos de ruego.
El leñador los olvidó.
La noche vendrá.
Estaré con ellos.
Recibiré en mi corazón
sus mansas resinas.
Me serán como de fuego.
Y mudos y ceñidos
nos halle el día en un montón de duelo.
¿Que quiere entregar la Poeta con el titulo del Poema?
Interpreta la frase "su sangre viva en los hendidos leños"
Texto para Cuarto Básico
La leyenda del pehuén
Hace mucho tiempo el pueblo pehuenche vivía cerca de
los bosques de pehuenes o araucarias. Ellos se reunían bajo los
pehuenes para rezar, hacer ofrendas y colgar regalos en sus ramas,
pero no cosechaban sus frutos, pensando que eran venenosos y no
se podían comer.
Un año, el invierno fue muy crudo y duró mucho tiempo. La
gente se había quedado sin recursos: los ríos estaban congelados,
los pájaros habían emigrado y los árboles esperaban la primavera.
La tierra estaba completamente cubierta de nieve. Muchos de los
pehuenche resistían el hambre, pero los niños y los ancianos se
estaban muriendo. Nguenechen, el Dios creador, no escuchaba las
plegarias. También él parecía dormido.
Entonces, el Lonko, el jefe de la comunidad, decidió que los
jóvenes partieran en busca de alimento por todas las regiones
vecinas.
Entre los que partieron había un muchacho que empezó a recorrer
una región de montañas arenosas y áridas, barridas sin tregua por
el viento. Un día, regresaba hambriento y muerto de frío, con las
manos vacías y la vergüenza de no haber encontrado nada para
llevar a casa.
Repentinamente, un anciano desconocido se puso a su lado.
Caminaron juntos un buen rato y el muchacho le habló de su tribu,
de los niños, los enfermos y de los ancianos a los que, tal vez, ya no
volvería a ver cuando regresara. El viejo lo miró con extrañeza y le
preguntó:
¿No son suficientemente buenos para ustedes los piñones?
Cuando caen del pehuén ya están maduros, y con una sola piña se
alimenta a una familia entera.
El muchacho le contestó que siempre habían creído que
Nguenechen prohibía comerlos por ser venenosos y que, además,
eran muy duros. Entonces el viejo le explicó que era necesario
hervir los piñones en mucha agua o tostarlos al fuego. Apenas le
hubo dado estas indicaciones, el anciano se alejó y el joven volvió a
encontrarse solo.
El muchacho siguió su camino, pensando en lo que había escuchado. Apenas llegó al bosque, buscó bajo los árboles y guardó en su manto todos los frutos que encontró.
Los llevó ante el Lonko y le contó las instrucciones del anciano.
El jefe escuchó atentamente al joven; se quedó un rato en silencio
y finalmente dijo: Ese viejo no puede ser otro que Nguenechen, que
bajó otra vez para salvarnos. Vamos, no desdeñemos este regalo
que nos hace.
La tribu entera participó de los preparativos de la comida. Muchos
salieron a buscar más piñones; se acarreó el agua y se encendió
el fuego. Después tostaron, hirvieron y comieron los piñones que
habían recogido. Fue una fiesta inolvidable. Se dice que, desde ese
día, los mapuche que viven junto al árbol del pehuén y que se llaman
a sí mismos pehuenche, nunca más pasaron hambre y esperan que
nunca tan precioso árbol les sea arrebatado.
PREGUNTAS
Ahora que terminaste de leer, responde las siguientes preguntas:
¿Por qué el pueblo pehuenche pasó hambre ese año?
Explica a partir del texto la siguiente oración: “Nguenechen, el Dios
creador, no escuchaba las plegarias”.
¿Qué hizo el muchacho después de los consejos del anciano?
¿Cómo se cocinan los piñones antes de comerlos?
Texto para Tercero Básico
El cormorán, un ave particular
El cormorán es una ave acuática palmípeda que vive en las zonas costeras de Europa, Asia y América y se alimenta de peces. Algunos viven en islas lacustres y ríos. Son buenos nadadores y buceadores. También vuelan muy bien. Tienen picos delgados y curvos , cuellos largos y flexibles y cola rígida. Su apariencia no es siempre igual. Algunos lucen una porción de piel desnuda bajo la boca. Su plumaje suele ser negro lustroso y algunos tienen partes blancas. Muchos lucen anillos sin plumas de colores brillantes bajo los ojos. En las costas de Chile y Perú se localiza un tipo de cormorán que es espectacular en cuanto a su colorido, gris plateado con reflejos morados y pico y patas rojas. Entre Chile y Argentina se encuentra el cormorán de cuello negro. Y en toda América Latina es posible visualizar el cormorán negro.
PREGUNTAS
¿Por qué creen ustedes que el cormorán es un ave particular?Según el texto ¿podríamos establecer comparaciones entre los cormoranes?
(Utilizar una tabla de comparaciones)
¿Podrían registrar lo más importante de este texto?
(El registro puede ser un punteo, dibujos o un párrafo).
Texto para Segundo Básico
(Fábula)
Había una vez un cuervo que tenía mucha sed. Durante bastante tiempo voló sobre campos y bosques sin encontrar agua. De repente, vio una jarra y se acercó. La jarra, de cuello muy alto, contenía agua, pero el cuervo no podía tomarla. Pero, como es un animal muy astuto, pensó y pensó, hasta que se le ocurrió una buena idea.
Buscó varias piedras y con su pico las tiró dentro de la jarra. El agua de la jarra empezó a subir y subir, tanto que el negro cuervo pudo tomarla con facilidad.
Saboreó el agua, calmó su sed y siguió volando sobre campos y bosques.
PREGUNTAS
¿Por qué el cuervo no podía tomar agua de la jarra?
¿Pueden explicar cómo finalmente el cuervo sí pudo tomar agua?
¿Podrían contar lo más importante de este texto?